Las Sagradas Imágenes, envueltas en un halo de devoción, lucen coronas y aureolas de plata de ley, confeccionadas en el taller de Manuel Orrico y estrenadas con solemnidad en 1996. La Santísima Virgen se presenta vestida con un manto y una saya de un profundo azul marino, que, bordados por las manos laboriosas de las Hermanas Esclavas del Santísimo, parecen reflejar la serenidad y la gracia celeste. San Juan, por su parte, viste una túnica de terciopelo verde, adornada con bordados de oro que realzan la nobleza de su figura, mientras que una capa roja, también bordada con finos hilos dorados por las mismas hermanas, cae sobre sus hombros con majestad.
El escultor:
Luis Marco Pérez vio la luz un 19 de agosto de 1896 en Fuentelespino de Moya, una pequeña y tranquila localidad situada en el confín oriental de la provincia de Cuenca. Nacido en el seno de una familia de artesanos, creció rodeado de las maderas y herramientas que su padre, carpintero de oficio, manejaba con destreza. Desde su niñez, la madera fue su compañera constante, y fue en ella donde, sin saberlo, empezó a formarse el alma de un futuro escultor. La esencia del arte que se teje con las manos, la misma que le impartió su padre, le caló profundamente, marcando su destino con una inclinación innata por la talla de la madera.
En 1908, Luis Marco Pérez y su familia se trasladan a Valencia, donde el joven artista pudo encontrar el camino que su vocación exigía. Fue en esta ciudad, de gran vibrante actividad artística, donde su talento fue descubriéndose y cultivándose en la atmósfera adecuada, rodeado de las influencias de una ciudad que respiraba arte.
En 1919, una beca le permitió dar un gran paso en su carrera, llevándole hasta Madrid, donde pudo profundizar en sus estudios y formarse como escultor en la capital. Allí, en los talleres de los más renombrados artistas de la época, Marco Pérez perfeccionó su técnica, descubrió nuevas facetas del arte y vivió el proceso de transformación que definió su estilo.
La Semana Santa de Cuenca, hoy en día, es testigo de la huella imborrable que dejó este artista en la ciudad. Actualmente, se pueden admirar 19 de sus obras, aunque muchas otras, desafortunadamente, se perdieron durante los trágicos años de la Guerra Civil Española. A partir de 1940, tras la reconstrucción de la Semana Santa, Luis Marco Pérez se convirtió en el imaginero principal, llevando a cabo una labor fundamental en la renovación de las procesiones. Sus esculturas, que cada primavera desfilan por las calles de Cuenca, siguen siendo un reflejo del alma profunda de un hombre que, desde su infancia, abrazó la madera para esculpir la devoción y la belleza.
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